sábado, 11 de diciembre de 2010

El adulto mayor y de edad avanzada.

                                              

Introducción

     El concepto tercera edad,  es un término antrópico-social que hace referencia a la población de personas de 65 años o más, habitualmente jubiladas. Son utilizados como sinónimos los términos  ‘adulto mayor’ y ‘persona mayor’. 
     En las sociedades occidentales desarrolladas este grupo etario ha estado creciendo en la pirámide  poblacional o distribución por edades en la estructura de población, debido a la baja en la tasa de natalidad y la mejora de la  esperanza de vida y calidad de vida de la población.  Así,  si los nacidos en 1900, a nivel mundial, tenían una esperanza de vida de 34 años, hoy el nivel promedio de vida a nivel  mundial  es  de   70 años.
    
Son  los avances científicos y tecnológicos aplicados a la salud y en particular a la medicina, los que han permitido que el hombre contemporáneo perteneciente a las sociedades  industrializadas logre alcanzar edades que nunca se habían visto en las sociedades que les precedieron. Entre otras  destacan  especialmente  el avance vertiginoso de la industria de la salud que ha logrado la prolongación de la expectativa de vida en enfermedades que antes se asociaban con una alta mortalidad,  pudiendo el uso de fármacos retrasar o incluso evitar la muerte  y hospitalizaciones costosas,  mejorando la calidad  y las expectativas de vida  en muchas enfermedades terminales. De allí que el envejecimiento se haya transformado en uno de los temas más importantes y discutidos en la actualidad.
     Por otra parte, las condiciones de vida para las personas de la tercera edad son especialmente difíciles, pues pierden rápidamente oportunidades de trabajo, actividad social y capacidad de socialización, y en muchos casos se sienten postergados y excluidos.  En países desarrollados, en su mayoría gozan de mejor nivel de vida, son subsidiados por el Estado y tienen acceso a pensiones, garantías de salud y otros beneficios.
     El objetivo de este trabajo es crear conciencia del problema y particularmente estimular  la prevención de las patologías propias de la tercera edad y además en formar un entorno familiar y social  más humano para este grupo emergente, cada vez más numeroso, al cual   tarde o temprano,  nos integraremos.


Desarrollo

     En el mundo, los adultos mayores, representa el grupo etario que más rápidamente crece y que más desafíos plantea a nuestras sociedades modernas. Actualmente los mayores de 65 años ascienden a 600 millones en todo el mundo y para el año 2050,  el número de ciudadanos de este grupo alcanzará una cifra  cercana  a los 1.500.000. En Chile, un reciente estudio,  realizado por el Ministerio de Salud, sobre las proyecciones realizadas por el INE en 344 comunas del país, la población adulta mayor se incrementará en un 45 % en los próximos 10 años, mientras que la infantojuvenil se reducirá en aproximadamente un 2%. Por otra parte, actualmente  un 33% de la población dice que en algún momento de su vida se le ha diagnosticado una enfermedad crónica, siendo la hipertensión arterial la más frecuente.
     Además, el 22% de los chilenos presenta hoy algún grado de discapacidad, el que con las mayores expectativas de vida  aumentará. Estas discapacidades son generadas por enfermedades prevenibles como el infarto al miocardio, accidente cerebrovascular, diabetes tipo 2, enfermedad pulmonar obstructiva crónica  o la enfermedad de Parkinson. Otras importantes enfermedades asociadas al adulto mayor  son el  Alzheimer, depresión, artrosis, cataratas, malnutrición y la osteoporosis.
    De los problemas del adulto mayor y de edad avanzada, uno de ellos, tal vez el fundamental, es el de la calidad de vida de las personas mayores.
     Es reconocido universalmente que uno de los cambios importantes en la gerontología es el giro del énfasis en conocer los problemas de la vejez al entender y fomentar los factores protectores que permiten una mejor calidad de vida en esta etapa.                       “Calidad de vida’ es un concepto complejo que involucra múltiples variables: físicas, sicológicas, sociales y culturales. La capacidad de funcionamiento físico, la percepción del estado de salud, el significado que se atribuye a la vejez, el apoyo social instrumental, por ejemplo, como el tener a quien recurrir en caso de problema o necesidad y la realización de actividades como alimentarse, asearse, vestirse, leer, salir de la casa y hacer ejercicio son  algunos de los factores asociados a la calidad de vida.
    Sin embargo, el resultado que más salta a la vista  es que el nivel socioeconómico es la variable que más impacta en la calidad de vida en la tercera edad. La primera razón para sentirse insatisfecho es la precariedad del ingreso. Es el factor que más influye en el bienestar y el estrés: sentirse solo, angustiado, triste y pobre.
     En estudios recientes efectuados en Chile, el 49% de los encuestados declaró que sus ingresos no alcanzaban para satisfacer sus necesidades. En el segmento socioeconómico bajo, la cifra llegó al 82%. En ese segmento, los adultos mayores tienen una peor percepción de sus condiciones de salud, leen menos, tienen un menor nivel de apoyo instrumental, por ende, perciben la tercera edad en forma más negativa, experimentan mayor estrés y menor satisfacción.  Es decir, impacta en la mayor parte de los aspectos relacionados con la calidad de vida.
     En Chile, otro estudio realizado en adultos mayores de la comuna de Providencia, la más envejecida del país, reafirmó que el tema económico es el más sensible en términos de calidad de vida.
     Hay que pensar que ésta es una generación que no se preparó para vivir tanto tiempo, por lo que ha tenido que adaptarse como una especie de grupo experimental a todos los cambios. Y entre otras cosas, la prolongación de la vida no les ha sido fácil porque  la brusca disminución de su ingreso les ha limitado su acceso a los bienes y servicios que anteriormente pudieron haber tenido.
    Otro factor que sería determinante es la educación.  Los adultos mayores que tienen un  mejor nivel educacional hacen más actividad física y leen más. La educación influye además en la percepción de autosuficiencia o sea  en la capacidad de los adultos mayores de tener control sobre lo que les ocurre. Por tanto, la persona educada está en mejores condiciones de adoptar un rol activo frente a su proceso de envejecimiento. Esta variable también afecta la forma en que se percibe a la sociedad.  A menor nivel educacional, los adultos mayores tienen una sensación de que el mundo es más hostil hacia ellos. Así, por ejemplo, el 46% de los adultos mayores de Providencia cree que no se los respeta. Entre los que sólo tienen educación básica la cifra llega a 66%, mientras que entre los de nivel universitario, la percepción de no ser respetado sólo la tiene el 36%.
   Algo similar ocurre con la sensación de ser o no comprendidos por los demás, lo que también afloró como una variable vinculada a la calidad de vida. El 74% de los mayores que sólo tienen estudios básicos se siente incomprendido; en cambio sólo el 52 % en aquellos  que llegaron a la universidad.
    En lo que la gran mayoría de los adultos mayores coincide es en que la familia es un pilar fundamental en su calidad de vida. Y los estudios muestran que en la pareja es donde los adultos mayores encuentran su soporte incondicional. La viudez tiene un impacto muy importante en la calidad de vida y la sensación de soledad, y este peso se lo llevan más fuertemente las mujeres, pues  como género viven más años que los varones.
     Pero no es el único factor. Según algunos sociólogos, en torno a los 55 años la soledad comienza a aparecer como un tema relevante, probablemente por la salida de los hijos del hogar. Entre los 60 y los 75 los adultos mayores parecen haberse acomodado a esa situación, pero después de los 75 la soledad vuelve a recrudecer, posiblemente asociada a la viudez y a un nuevo alejamiento de los hijos, que en esa etapa están absolutamente abocados a sus familias nucleares. Se  detectó que los adultos mayores comprenden la falta de tiempo de sus hijos, por lo que no hacen exigencias frente a ellos. Por eso, ante la soledad, acuden a sus propios recursos: escuchan radio, ven televisión, llaman por teléfono a un amigo, salen a dar una vuelta o rezan. De hecho, otro aspecto relevante en la calidad de vida es la confianza en Dios. El 90% de los adultos mayores declaró sentir esta confianza, aunque sólo el 28% participa en actividades relacionadas con la espiritualidad. Esta confianza en Dios no evita que las personas se sientan solas, angustiadas o tristes; pero hace esta situación más aceptable, les da resignación y permite que pese al estrés, se sientan satisfechas. 
     Es un error  medir la edad  por el calendario. El hombre puede vivir tres edades correspondientes a la tercera edad: la cronológica que señalan los años, la biológica que marcan las arterias y la psicológica que apunta a la actitud personal que se adopte. Algunos sostienen  que "joven es el que mira al futuro, maduro el que mira el presente y viejo el que mira el pasado".  
     Se debe  diferenciar  entre “envejecimiento fisiológico” y “envejecimiento patológico”. El eje central de esta nueva perspectiva es la idea de que la salud y los problemas relativos al “envejecimiento patológico” no son del todo normales, y más bien son el resultado de estilos de vida y otros factores que expusieron las personas al riesgo de enfermedades y discapacidades en la vejez.  En oposición, el “envejecimiento fisiológico” es descrito como una habilidad para mantenerse en bajo riesgo de enfermar, con un alto nivel de actividad física y mental, y decididamente comprometido con la vida por medio del mantenimiento de relaciones interpersonales y la participación en actividades significativas. Dicho planteamiento propone, primero, que los temores de pérdidas funcionales son con frecuencia superestimados, segundo, que muchas de las pérdidas funcionales verificadas con el paso del tiempo pueden ser evitadas, y, tercero, que muchas pérdidas funcionales de los adultos mayores pueden ser recuperadas.
     En este sentido, envejecer “fisiológicamente” dependería mayoritariamente de acciones en prevención y promoción de la salud, ya que la insatisfacción de la vejez asociada al deterioro físico y mental estaría supuestamente bajo nuestro control. Las pérdidas, según este planteamiento, están asociadas a factores tales como hábitos cotidianos, alimentación, práctica de ejercicios, abstenerse del alcohol y el tabaco, etc., todos ellos factibles de control y cambios. El “envejecimiento fisiológico”, como afirman algunos autores, resulta ser una cuestión de opción individual.
  Lo cierto es que la tercera edad aparece en un cierto momento, de manera silenciosa, poco a poco y es una realidad que debemos aprender a convivir. Cómo posibles soluciones a esta problemática, el paso de adulto a la tercera edad  y  edades indefinidas, que  es extraordinariamente  compleja,  se postulan diferentes alternativas complementarias:
a) Promover una alimentación sana y balanceada, con los requerimientos nutricionales en proteínas, hidratos de carbono, lípidos, vitaminas, minerales, oligoelementos y probióticos, de acuerdo a la edad y estado de salud del paciente.
b) Fomentar la actividad física, la que debiera iniciarse a temprana edad en la vida, como una forma de prevenir enfermedades crónicas no trasmisibles que representan la pandemia del siglo XXI: obesidad, enfermedades cardiocoronarias, hipertensión arterial, accidentes vasculares encefálicos, dislipidemia, diabetes mellitus, etc. Idealmente debiera practicarse algún ejercicio tres veces a la semana, por 30 minutos: caminar, nadar, andar en bicicleta, etc. Personas mayores de 65 años que caminan más de 9,5 km. a la semana tienen menor porcentaje de atrofia cerebral, junto a una menor tasa de trastornos cognitivos leves como de demencias graves.
c) Ejercitar la memoria  manteniendo alguna actividad intelectual como la lectura, escribir, juegos de estrategia, puzles, etc. como una forma  de mantener una actividad intelectual que proteja las funciones cerebrales dañadas por desuso y permita una mejor integración con el mundo.
d) Crear conciencia sobre los efectos deletéreos del consumo de drogas, especialmente del tabaco y el alcohol, de mucha aceptación social y que están relacionados  a gran parte de las patologías anunciadas anteriormente como propias del adulto mayor, incluyendo entre ellas, el cáncer.
e) Facilitar el control médico periódico de acuerdo a la edad, sexo y estado de salud del paciente. Entre otras enfermedades, problemas de colesterol, diabetes, hipertensión o depresión, pueden afectar la memoria y su cuidado redunda en una clara reducción del riesgo o retardo de la progresión de la enfermedad de Alzheimer.
f) Estimular los hobbies, como una forma adicional de integración a redes sociales de apoyo. Participación en  juegos de salón, filatelia, numismática, actividades de voluntariado, bailes, etc.
g)  Propender a la creación de redes comunales,  a través de programas de voluntariado; esto especialmente en las comunas de nivel socioeconómico bajo, que asistan a aquellos miembros de la tercera edad que han quedado abandonados, sin un apoyo familiar.
h) Mejorar la calidad de vida de los adultos mayores pasa necesariamente por brindar una atención preferencial al tema de las pensiones y jubilaciones. Sin lugar a dudas que representa un gasto muy grande para el Estado y la sociedad en general, pero el impacto que tiene sobre la calidad de vida de este creciente grupo humano, el del adulto mayor,  es enorme.
i) Enfatizar  que se debe agudizar la mirada sobre los adultos mayores y que no existiendo un modelo único para enfrentar el envejecimiento, hay que estudiar las realidades en cada sociedad y considerar las opiniones y experiencias de los adultos mayores en   su propia realidad. 
     Finalmente pienso que no se es viejo por haber vivido más o menos años, se es  también viejo por abandonar  nuestros ideales.  Seremos  tan jóvenes como nuestra  fe, esperanza y la capacidad de amar al prójimo conservemos. Permaneceremos jóvenes mientras seamos receptivos a lo bueno, a lo bello y  a lo justo;  a los mensajes del hombre, de la naturaleza, del infinito y de nuestra propia conciencia.   

Conclusiones

1.    La tercera edad es un grupo etario creciente en el mundo, particularmente en aquellas sociedades que alcanzan niveles avanzados de desarrollo político, social, económico y cultural.
2.    Este cambio en la pirámide poblacional crea una problemática inédita y ante la cual seremos pioneros en la forma de enfrentarla.
3.    Nuestra visión humanista debe velar porque se tome conciencia del problema para prevenirlo en cuanto individual y socialmente se pueda y luchar porque se respeten los derechos de aquellos hombres y mujeres que después de haber entregado una vida a la sociedad pueden encontrarse en el desamparo más absoluto, derivado  del egoísmo individual o social, inherente  a una sociedad de consumo.

                                             
                                            Marco Antonio Aguirre B.
            

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