Martin Heidegger, fundador de la denominada fenomenología existencial, es considerado uno de los pensadores más originales del siglo XX y se caracterizó esencialmente porque reaccionó contra el intento de fundamentar la filosofía sobre una base conclusiva racionalista. Autor de una de las obras más representativas del existencialismo, “El ser y el tiempo”, afirmaba que la humanidad se encuentra en un mundo incomprensible e indiferente. Los seres humanos no pueden esperar comprender por qué están aquí; y por el contrario, cada individuo debiera elegir una meta y seguirla con apasionada convicción, consciente de la certidumbre de la muerte y del sinsentido último de la vida propia. Cítase algunas frases célebres de Heidegger que podrían facilitar la comprensión del pensamiento de este insigne filósofo:
“La filosofía implica una movilidad libre en el pensamiento, es un acto creador que disuelve las ideologías”.
“Ninguna época ha sabido tantas y tan diversas cosas del hombre como la nuestra. Pero en verdad, nunca se ha sabido menos qué es el hombre”.
“La angustia es la disposición fundamental que nos coloca ante la nada”.
Otro connotado intelectual existencialista es Jean Paul Sartre (1905 – 1980), filósofo, escritor y dramaturgo francés, personalidad de primer nivel del movimiento existencialista, considerado uno de los más brillantes pensadores del siglo XX. Expresó gran parte de su doctrina en obras literarias que han alcanzado resonancia universal.
Las obras filosóficas de Sartre conjugan la fenomenología del filósofo alemán Edmund Husserl, la metafísica de los filósofos Georg Wilhelm Friedrich Hegel, Martin Heidegger y la teoría social de Karl Marx en una visión única llamada existencialismo. Este enfoque, que relaciona la teoría filosófica con la vida, la literatura, la psicología y la acción política suscitó un amplio interés popular que hizo del existencialismo un movimiento universal.
Hombre público y de compromiso contingente; se mantuvo siempre en la lucha tomando posición ante los avatares políticos contemporáneos y teorizó el compromiso del intelectual con el mundo y la realidad. Próximo al Partido Comunista, ésta relación concluyó abruptamente tras la represión de Budapest, en Hungría. Con los años fue afinando un estilo exquisito que lo hizo merecedor del Premio Nobel de Literatura en 1964, galardón que rechazó por razones éticas. Fue profesor en El Havre y en París hasta 1945, fecha en la que renunció para consagrarse plenamente a liderar el movimiento existencialista.
Como filósofo reflexionó entre otras temáticas sobre la soledad, la angustia, el fracaso y la muerte. Sostuvo que la existencia precede a la esencia, que el infierno son los otros y que el hombre es una pasión inútil. Su obra filosófica más importante es “El ser y la nada”.
El pensamiento existencialista de Sartre considera que el ser humano está "condenado a ser libre", es decir, arrojado a la acción y responsable plenamente de la misma y sin excusas.
A su vez, Sartre, concibe a la existencia humana como existencia consciente. El ser del hombre se distingue del ser de la cosa por ser consciente. La existencia humana es un fenómeno subjetivo, en el sentido de que es conciencia del mundo y conciencia de sí.
Señala que el hombre es el único que no sólo es tal como él se concibe, sino tal como él se quiere y como se concibe a través de su existencia, como se quiere después de este impulso hacia la existencia; el hombre no es otra cosa que lo que él se hace. “Nuestra esencia, aquello que nos definirá, es lo que construiremos nosotros mismos mediante nuestros actos, que son ineludibles: no actuar es un acto en sí mismo, puesto que nuestra libertad no es algo que pueda ser dejado de lado: ser es ser libres en situación, ser es ser-para, ser como proyecto”.
Estos postulados se observan claramente en “La náusea”, su primera novela, publicada en el año 1938, en que adoptó su principio básico de que la existencia precede a la esencia y en diversas otras narraciones, en las que trató de representar la trágica angustia de un alma consciente de hallarse condenado a ser libre. Según sus palabras, esta pavorosa libertad significa que el hombre ante todo existe, se encuentra a sí mismo, se agita en el mundo y se define después, por lo tanto, está condenado en cada instante de su vida a la absoluta responsabilidad de renovarse.
Para hacer una introducción de su obra filosófica es conveniente distinguir distintas etapas en su producción.
En su primera etapa tendrá que ver con la elaboración de una teoría de la conciencia humana, en donde se inscriben textos como: “La trascendencia del ego” y sus ensayos “La imaginación”, “Lo imaginario” y “Esbozo de una teoría fenomenológica de las emociones”.
La segunda etapa está marcada por su obra capital: “El Ser y la Nada.”
En su segunda etapa, distingue dos regiones del ser, que denomina: Ser para sí y Ser en sí. El “Ser para sí” es el propio ser de la conciencia o subjetividad. La existencia de la conciencia es anterior a ser conocida, no tiene nada sustancial, porque solo existe en este aparecerse a sí mismo. “El Ser para sí” define al hombre en su proyecto original, por sus deseos.
“El ser en sí”, es el ser del mundo, de los objetos, en tanto existe con independencia de la conciencia. Es el ser de la objetividad, trascendente a la conciencia.
“El ser en sí” es el ser que es, es una totalidad y “el ser para sí” es el ser que no es, es una pura nada, es negatividad.
El sujeto es un para sí que nihiliza el en sí. El sujeto es deseo de ser, quiere ser algo que lo defina por su ser; por lo tanto es deseo de ser un en sí, ésto sería lograr la totalidad, es decir ser Dios, cosa que es imposible.
En
“El ser en sí”, es el ser del mundo, de los objetos, en tanto existe con independencia de la conciencia. Es el ser de la objetividad, trascendente a la conciencia.
“El ser en sí” es el ser que es, es una totalidad y “el ser para sí” es el ser que no es, es una pura nada, es negatividad.
El sujeto es un para sí que nihiliza el en sí. El sujeto es deseo de ser, quiere ser algo que lo defina por su ser; por lo tanto es deseo de ser un en sí, ésto sería lograr la totalidad, es decir ser Dios, cosa que es imposible.
Simplemente nos encontramos existiendo, y entonces tenemos que decidir que hemos de hacer con nosotros mismos. Como no hemos sido creados para hacer nada en concreto, ni para realizar ningún fin, cada hombre deberá buscarse un fin propio, válido solamente para él y realizar su proyecto particular, que tiene un valor meramente subjetivo.
Pero por el solo hecho de tener el deseo de ser, se es libre; el sujeto elige libremente cualquier camino para definir ese proyecto original que es el deseo de ser.
El hombre está condenado a ser libre, pero también se crea libremente los condicionamientos y los obstáculos cuando los proyectos previamente trazados son erróneos.
De la libertad derivan varias implicaciones, por ejemplo, la responsabilidad, en donde el hombre es plenamente responsable del modo de ser que va adquiriendo a lo largo de su existencia. De alguna manera la libertad resulta incómoda, debido a que hay que saber que hacer con ella, por lo tanto será la causa de una gran angustia.
El existencialismo no cree en normas generales válidas para todos, no tiene un sentido de referencia o sea que el hombre bajo su responsabilidad debe crear sus propias normas. Cuando realiza una elección, tiene inseguridad si es buena o mala, por lo tanto va acompañada de angustia.
Puede suceder que ante este miedo a la angustia que produce una elección, trata de engañarse a sí mismo depositando la responsabilidad sobre algo ajeno, ya sea Dios, el ambiente o la herencia; a ésto Sartre lo denomina “la mala fe” y un ejemplo que da para ilustrar a este concepto es el siguiente: “Una muchacha está sentada con un hombre, ella sabe bien que él desearía seducirla. Pero cuando él le toma la mano, ella intenta evitar la decisión de aceptarla o rechazarla, pretendiendo no darse cuenta deja la mano como si no fue consciente de la situación. Pretende ser un objeto pasivo y no un ser consciente de que es libre y la responsabilidad queda depositada sobre el otro”.
Frente a “la mala fe”, Sartre propone la autenticidad como guía de conducta y consiste en aceptar a la libertad, la angustia y la responsabilidad.
Pero Sartre irá más allá, diciendo que el hombre es un ser absurdo ya que ni el nacer ni el morir tienen sentido. El absurdo de la existencia produce el sentimiento de náusea, sentimiento que se experimenta hacia lo real cuando el hombre toma conciencia de que es absurdo.
En su tercera etapa, a partir de 1949, Sartre intenta revisar el pensamiento marxista enriqueciéndolo con su filosofía existencialista, en la cual pretende crear un humanismo marxista. De esta etapa destaca su obra “Crítica de la razón dialéctica” .
Pero por el solo hecho de tener el deseo de ser, se es libre; el sujeto elige libremente cualquier camino para definir ese proyecto original que es el deseo de ser.
El hombre está condenado a ser libre, pero también se crea libremente los condicionamientos y los obstáculos cuando los proyectos previamente trazados son erróneos.
De la libertad derivan varias implicaciones, por ejemplo, la responsabilidad, en donde el hombre es plenamente responsable del modo de ser que va adquiriendo a lo largo de su existencia. De alguna manera la libertad resulta incómoda, debido a que hay que saber que hacer con ella, por lo tanto será la causa de una gran angustia.
El existencialismo no cree en normas generales válidas para todos, no tiene un sentido de referencia o sea que el hombre bajo su responsabilidad debe crear sus propias normas. Cuando realiza una elección, tiene inseguridad si es buena o mala, por lo tanto va acompañada de angustia.
Puede suceder que ante este miedo a la angustia que produce una elección, trata de engañarse a sí mismo depositando la responsabilidad sobre algo ajeno, ya sea Dios, el ambiente o la herencia; a ésto Sartre lo denomina “la mala fe” y un ejemplo que da para ilustrar a este concepto es el siguiente: “Una muchacha está sentada con un hombre, ella sabe bien que él desearía seducirla. Pero cuando él le toma la mano, ella intenta evitar la decisión de aceptarla o rechazarla, pretendiendo no darse cuenta deja la mano como si no fue consciente de la situación. Pretende ser un objeto pasivo y no un ser consciente de que es libre y la responsabilidad queda depositada sobre el otro”.
Frente a “la mala fe”, Sartre propone la autenticidad como guía de conducta y consiste en aceptar a la libertad, la angustia y la responsabilidad.
Pero Sartre irá más allá, diciendo que el hombre es un ser absurdo ya que ni el nacer ni el morir tienen sentido. El absurdo de la existencia produce el sentimiento de náusea, sentimiento que se experimenta hacia lo real cuando el hombre toma conciencia de que es absurdo.
En su tercera etapa, a partir de 1949, Sartre intenta revisar el pensamiento marxista enriqueciéndolo con su filosofía existencialista, en la cual pretende crear un humanismo marxista. De esta etapa destaca su obra “Crítica de la razón dialéctica” .
Termino señalando algunas frases célebres de Sartre que podrían ayudar a reflexionar y lograr una mejor comprensión de su pensamiento:
CONCLUSIONES
1. Podemos definir como existencialismo al movimiento filosófico y humanístico europeo, identificado por la concepción según la cual "la existencia precede a la esencia", y que se popularizó a partir de la crisis social y moral, ocasionados por las grandes guerras europeas del siglo XX.
2. Los filósofos existencialistas, plantean una nueva orientación de la problemática filosófica señalando que el elemento central de todo pensamiento filosófico debería ser la discusión sobre la mera existencia del ser humano como ser que vive, siente, piensa y actúa.
3. El existencialismo postula que el individuo es libre y, en consecuencia, totalmente responsable de sus actos. Esto invita al hombre a una profunda decisión: la creación de una ética de su responsabilidad individual.
4. Entre sus principales representantes destacan Albert Camus, Simone de Beauvoir, Martin Heidegger y Jean Paul Sartre.
5. Heidegger focaliza su pensamiento en el ser y sostiene que cada individuo debiera elegir una meta y seguirla con apasionada convicción, consciente de la certidumbre de la muerte y del sinsentido último de la vida propia.
6. Sartre postula que la existencia humana es un fenómeno subjetivo, en el sentido de que es conciencia del mundo y conciencia de sí; considera que el ser humano está "condenado a ser libre", es decir, arrojado a la acción y responsable plenamente de la misma, y sin excusas. Agrega que nuestra esencia, aquello que nos definirá, es lo que construiremos nosotros mismos mediante nuestros actos.”
7. A mi juicio, rescato el carácter antropocéntrico de este movimiento filosófico y el rol fundamental que asigna a la voluntad personal de cada hombre para definir cual es el tipo de ser humano que se quiere proyectar y cual es, por ende, el mundo que se quiere soñar y construir.
Marco Antonio Aguirre Bonilla
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