domingo, 12 de diciembre de 2010

El existencialismo


INTRODUCCIÓN   
     Una escuela filosófica es una manera de pensar o de proceder en relación al hombre y al universo.  Las escuelas filosóficas muchas veces surgen a partir de las enseñanzas de un maestro y en oposición a una escuela antagónica. Otras denominaciones para aproximadamente el mismo término son: escuela de pensamiento, corriente de pensamiento, corriente filosófica, doctrina filosófica o movimiento filosófico. Como corriente filosófica, en un sentido amplio, el concepto del existencialismo es confuso y oscuro. No hay una definición teórica clara y unánime.  El existencialismo, siendo considerada una de las doctrinas filosóficas de más difícil definición, versa sobre la misma existencia del ser humano, buscando respuestas a preguntas esenciales al Hombre. El existencialismo intenta responder  qué es el ser humano y según esta escuela es el hombre en definitiva, en forma individual, quien crea  la esencia y significado de su propia vida.
     La corriente, de manera general, destaca el hecho de la libertad y la temporalidad del hombre, pretendiendo buscar un significado a muchas preguntas, entre otras, ¿por qué nacemos?, ¿para qué nacemos?, ¿para qué vivimos?, ¿por qué morimos?
     Como hipótesis de trabajo podríamos definir al existencialismo, como aquel movimiento filosófico que resalta el papel crucial de la existencia, de la libertad y de la elección individual del hombre y que gozó de gran influencia en distintos pensadores y escritores de los siglos XIX y XX.
     Sin embargo, no sería hasta el siglo XIX cuando esta corriente filosófica empezará a organizar teorías en relación a estas cuestiones de manera más enfática. Es a partir de pensadores como Soren Kierkegaard y Friedrich Nietzche que tales elementos empiezan a ser puestos en el centro de atención de la filosofía desde un nuevo punto de vista, para estos filósofos, la discusión sobre la mera existencia del ser humano como ser que vive, siente y piensa debía ser el elemento central de todo pensamiento filosófico. El existencialismo estuvo representado en el siglo XX por varios pensadores, tal vez los más significativos sean Albert Camus, Simone de Beauvoir,  Martin Heidegger y Jean Paul Sartre.
     En este trabajo centraremos la filosofía existencialista en dos de sus principales exponentes: Martin Heidegger y  Jean Paul Sartre.
DESARROLLO
     Entre 1940  y 1950, filósofos existencialistas franceses como   Albert Camus, Simone de Beauvoir y Jean Paul Sartre  realizaron escritos académicos  que popularizaron temas existenciales tales como la libertad, el absurdo, la guerra, la nada, entre otros. Es la filosofía de la existencia, el movimiento filosófico y humanístico europeo, identificado por la concepción según la cual "la existencia precede a la esencia"  y que se popularizó a partir de la crisis social y moral, debido a los estragos y dramas sociales, económicos, políticos y filosóficos ocasionados por las grandes guerras europeas del siglo XX, especialmente, la Segunda Guerra Mundial.  Nace así el existencialismo,  como una reacción frente a las tradiciones filosóficas imperantes, tales como el racionalismo o el empirismo, que buscan descubrir un orden legítimo de principios metafísicos dentro de la estructura del mundo observable, en donde se pueda obtener el significado universal de las cosas.  Walter Kaufmann describió al existencialismo como "el rechazo a pertenecer a cualquier escuela de pensamiento, el repudiar la adecuación a cualquier cuerpo de creencias, y especialmente de sistemas, y una marcada insatisfacción hacia la filosofía tradicional, que la considera superficial, académica y alejada de la vida".                                                                                                                              Al existencialismo se le ha atribuido un carácter vivencial, ligado a los dilemas, estragos, contradicciones y estupideces humanas. Esta corriente filosófica discute y propone soluciones a los problemas más propiamente inherentes a la condición humana, como  la significancia e insignificancia del ser, la naturaleza del hombre, la vida y la muerte, el absurdo de vivir,  el dilema de la guerra, el eterno tema del tiempo, la libertad, ya sea física o metafísica, la relación Dios-Hombre. El existencialismo busca revelar lo que rodea al hombre, haciendo una descripción minuciosa del medio material y abstracto en el que se desenvuelve el individuo, para que éste obtenga una comprensión propia y pueda dar sentido o encontrar una justificación a su existencia.                                                     Se definen numerosas tendencias existencialistas, destacándose una religiosa y otra atea, unidas por una problemática común, aunque cada una con su propio enfoque del entendimiento de la vida. La primera otorga primacía a la relación del hombre con Dios, mientras que la tendencia atea considera al individuo como único ser. Estas concepciones se influyen mutuamente al manifestar las mismas preocupaciones y principios éticos, y por experimentar las mismas decepciones en cuanto a todo lo que de absurdo y sin sentido que existe en la vida. Este afán por el espíritu de pesimismo, desasosiego y desesperación caracteriza a las tendencias del movimiento existencialista. El existencialismo, o más precisamente la filosofía existencial, se interesa en reflexionar sobre el sentido de la vida y de la muerte por encima de cuestiones abstractas; además intenta mostrar un camino individualmente creativo para que el hombre pueda realizarse, hacerse y valerse a sí mismo, a pesar de las pesadumbres y desasosiegos o de toda circunstancia.                                               Así, el  existencialismo es una corriente, movimiento o serie de doctrinas filosóficas y culturales que tienen por objetivo y disciplina, el análisis y la descripción del sentido individual de la vida humana en cuanto “existe”. Sostiene que el existente humano piensa, actúa, se refiere y relaciona consigo mismo, con su propia trascendencia, con sus contradicciones y sus angustias. Para el pensamiento existencialista el individuo no es una porción mecánica o “parte” de un todo, sino que el hombre es en sí una “íntegridad” libre por sí. Esta doctrina filosófica considera qué es la existencia del ser humano libre  lo que define su esencia, en lugar de entender que su esencia o condición humana determina su existencia. Para esta corriente del pensamiento la existencia del ser humano no es nunca un “objeto” sino que, desde el momento que el ser humano es capaz de generar pensamiento “existe”; en consecuencia el reconocimiento de esa existencia tiene primacía y precedencia sobre la esencia. No obstante, la existencia del hombre puede ser inauténtica o falsa si éste renuncia a su libertad. La carencia de libertad es carencia de existencia. En un sentido estricto para el existencialismo las cosas materiales "son", pero no "existen".                                                                                              Por ende, a diferencia de lo sostenido por otras corrientes filosóficas previas, el existencialismo, tal como lo dice su nombre, empezó a prestar atención a la existencia misma del ser humano más que a su esencia, al considerar que la primera es la que precede a la segunda. Para los existencialistas, el ser humano no era nunca reductible a simples parámetros generalizadores si no que, como lo dice el verbo "existere" en latín, el hombre existe o se destaca del resto por sus cualidades únicas, especialmente por su libertad para hacer de sí mismo lo que él desee. Si el hombre renuncia a esa libertad, la existencia se vuelve una pura fachada. Para el existencialismo, esa renuncia puede estar representada por la sumisión a estructuras de pensamiento dadas, tales como, la religión o la creencia en el poder institucional social
     En resumen, el existencialismo implica que el individuo es libre y, en consecuencia, totalmente responsable de sus actos. Esto incita en el ser humano una profunda decisión: la creación de una ética de su responsabilidad individual.
     Entre los pensadores existencialistas destaca Martin Heidegger (1889-1976), filósofo,  nació el 26 de Septiembre de 1889 en Messkirch, Alemania,  es uno de los más connotados representantes de este movimiento. Según el mismo relataba su punto de partida de su andar filosófico se inició cuando siendo estudiante secundario en Constanza, el párroco le regaló la obra de Brentano “Sobre los diversos sentidos del ente en Aristóteles”. A los veinte años ingresó en el seminario de los jesuitas en Friburgo, pero a las dos semanas el maestro de novicios le pidió que abandonara la congregación, según parece porque su salud era endeble. Ingresó entonces al seminario diocesano de la misma ciudad y estudió Teología en la Universidad. Allí cursó los dos primeros años hasta que en el año 1911, dejó la Teología por la Filosofía. Cursó estudios superiores de filosofía en la Universidad de Friburgo, centro en el que se doctoró en 1914 y donde fue alumno de Heinrich Rickert y de Edmund Husserl, el fundador de la fenomenología. En 1916 comenzó su carrera docente en la propia Universidad de Friburgo, como asistente de Husserl, con quien se inició en el método fenomenológico, que luego haría suyo. Posteriormente pasó, en calidad de profesor titular, a la Universidad de Marburgo, en la que permaneció hasta 1928. Ese año se convirtió, en profesor titular de filosofía en la Universidad de Friburgo. Durante la Primera Guerra se ofreció como voluntario, pero, por problemas de salud, en vez de enviarlo al frente lo asignaron a la censura de la correspondencia.
     Desde un principio su tarea docente llamó la atención y su fama se extendió por toda Alemania. Lo que atraía era su afán por replantear todo desde el comienzo. En su esquema cobraban vida los autores antiguos, desgastados y repetidos mecánicamente en la cotidianeidad de las aulas. En 1927 publicó su obra más famosa, “El ser y el tiempo”, la cual desde un comienzo causó sensación. Husserl, al jubilarse de la Cátedra de Filosofía de la Universidad de Friburgo, por lo avanzado de su edad, recomendó a Heidegger para el cargo y así éste asumió la titularidad.
    En 1933 Adolfo Hitler asume el poder en Alemania. Su gobierno nombró a Martín Heidegger, Rector de la Universidad de Friburgo y éste aceptó el cargo. En su discurso inaugural utilizó un lenguaje muy cercano al del nazismo de la época, hablando del "destino de la nación" y de "la misión espiritual del pueblo alemán".  Heidegger que, posiblemente bajo presiones, había mostrado su adhesión al partido nacionalsocialista, pero tras el progresivo deterioro de sus relaciones con las autoridades alemanas, por haberse negado a que en el recinto universitario se realizara propaganda antisemita, culminó con su dimisión al frente del rectorado en 1934.  Este paso por el nacional socialismo le valió el rechazo de muchos al término de la Segunda Guerra Mundial, en especial en Francia, donde su filosofía era muy poco difundida. Sin embargo, con el paso de los años se comenzó a distinguir su actuación política de su filosofía, siendo ésta revalorizada y admirada por su profundidad.
    Falleció en 1976 y, por pedido suyo, fue enterrado según el rito de la Iglesia Católica junto al campanario de la iglesia de su ciudad natal.
     El tema en torno al cual gira el pensamiento de Heidegger es el ser. Él denunció "el olvido del ser" en el que había incurrido la Metafísica al dejar de pensar la "diferencia ontológica", la diferencia entre el ente y el ser. Él descubrió en este olvido la raíz de la actitud que el hombre occidental había adoptado frente a la Naturaleza en la Modernidad. De ahí que él entienda que la Ciencia y la Técnica no son lo opuesto de la Metafísica, sino más bien su continuidad histórica, así como el nihilismo es su consecuencia última.
     Martin Heidegger,  fundador de la denominada fenomenología existencial, es considerado uno de los pensadores más originales del siglo XX y se caracterizó esencialmente porque reaccionó contra el intento de fundamentar la filosofía sobre una base conclusiva racionalista.  Autor de una de las obras más representativas del existencialismo, “El ser y el tiempo”, afirmaba que la humanidad se encuentra en un mundo incomprensible e indiferente. Los seres humanos no pueden esperar comprender por qué están aquí; y por el contrario, cada individuo debiera elegir una meta y seguirla con apasionada convicción, consciente de la certidumbre de la muerte y del sinsentido último de la vida propia.  Cítase algunas frases célebres de Heidegger que podrían facilitar la comprensión del pensamiento de este insigne filósofo:
“La filosofía implica una movilidad libre en el pensamiento, es un acto creador que disuelve las ideologías”.
“Ninguna época ha sabido tantas y tan diversas cosas del hombre como la nuestra. Pero en verdad, nunca se ha sabido menos qué es el hombre”.
 “La angustia es la disposición fundamental que nos coloca ante la nada”.
      Otro connotado intelectual existencialista es Jean Paul Sartre (1905 – 1980), filósofo, escritor y dramaturgo francés, personalidad de primer nivel del movimiento existencialista, considerado uno de los más brillantes pensadores del siglo XX. Expresó gran parte de su doctrina en obras literarias que han alcanzado resonancia universal. 
      Las obras filosóficas de Sartre conjugan la fenomenología del filósofo alemán Edmund Husserl, la metafísica de los filósofos  Georg Wilhelm Friedrich Hegel,  Martin Heidegger y la teoría social de Karl Marx en una visión única llamada existencialismo. Este enfoque, que relaciona la teoría filosófica con la vida, la literatura, la psicología y la acción política suscitó un amplio interés popular que hizo del existencialismo un movimiento universal.
     Hombre público y de compromiso contingente; se mantuvo siempre en la lucha tomando posición ante los avatares políticos contemporáneos y teorizó el compromiso del intelectual con el mundo y la realidad. Próximo al Partido Comunista, ésta relación concluyó abruptamente tras la represión de Budapest, en Hungría. Con los años fue afinando un estilo exquisito que lo hizo merecedor del Premio Nobel de Literatura en 1964, galardón que rechazó por razones éticas. Fue profesor en El Havre y en París hasta 1945, fecha en la que renunció para consagrarse plenamente a liderar el movimiento existencialista.
     Como filósofo reflexionó entre otras temáticas sobre la soledad, la angustia, el fracaso y la muerte. Sostuvo que la existencia precede a la esencia, que el infierno son los otros y que el hombre es una pasión inútil. Su obra filosófica más importante es “El ser y la nada”.
     El pensamiento existencialista de Sartre considera que el ser humano está "condenado a ser libre", es decir, arrojado a la acción y responsable plenamente de la misma y sin excusas.
     A su vez, Sartre, concibe a la existencia humana como existencia consciente. El ser del hombre se distingue del ser de la cosa por ser consciente. La existencia humana es un fenómeno subjetivo, en el sentido de que es conciencia del mundo y conciencia de sí.
     Señala que el hombre es el único que no sólo es tal como él se concibe, sino tal como él se quiere y como se concibe a través de su existencia, como se quiere después de este impulso hacia la existencia; el hombre no es otra cosa que lo que él se hace. “Nuestra esencia, aquello que nos definirá, es lo que construiremos nosotros mismos mediante nuestros actos, que son ineludibles: no actuar es un acto en sí mismo, puesto que nuestra libertad no es algo que pueda ser dejado de lado: ser es ser libres en situación, ser es ser-para, ser como proyecto”.
     Estos postulados se observan claramente en  “La náusea”, su primera novela, publicada en el año 1938, en que adoptó su principio básico de que la existencia precede a la esencia  y en diversas otras narraciones, en las que trató de representar la trágica angustia de un alma consciente de hallarse condenado a ser libre. Según sus palabras, esta pavorosa libertad significa que el hombre ante todo existe, se encuentra a sí mismo, se agita en el mundo y se define después, por lo tanto, está condenado en cada instante de su vida a la absoluta responsabilidad de renovarse.
     Para hacer una introducción de su obra filosófica es conveniente distinguir distintas etapas en su producción.
    En su primera etapa tendrá que ver con la elaboración de una teoría de la conciencia humana, en donde se inscriben textos como: “La trascendencia del ego” y sus ensayos “La imaginación”, “Lo imaginario” y “Esbozo de una teoría fenomenológica de las emociones”.
     La segunda etapa está marcada por su obra capital: “El Ser y la Nada.”
   En
su segunda etapa, distingue dos regiones del ser, que denomina: Ser para sí y Ser en sí.   El “Ser para sí” es el propio ser de la conciencia o subjetividad. La existencia de la conciencia es anterior a ser conocida, no tiene nada sustancial, porque solo existe en este aparecerse a sí mismo. “El  Ser para sí” define al hombre en su proyecto original, por sus deseos.
    “El ser en sí”, es el ser del mundo, de los objetos, en tanto existe con independencia de la conciencia. Es el ser de la objetividad, trascendente a la conciencia.
   “El ser en sí” es el ser que es, es una totalidad y “el ser para sí” es el ser que no es, es una pura nada, es negatividad.
   El sujeto es un para sí que nihiliza el en sí. El sujeto es deseo de ser, quiere ser algo que lo defina por su ser; por lo tanto es deseo de ser un en sí, ésto sería lograr la totalidad, es decir ser Dios, cosa que es imposible.
Simplemente nos encontramos existiendo, y entonces tenemos que decidir que hemos de hacer con nosotros mismos. Como no hemos sido creados para hacer nada en concreto, ni para realizar ningún fin, cada hombre deberá buscarse un fin propio, válido solamente para él y realizar su proyecto particular, que tiene un valor meramente subjetivo.
    Pero por el solo hecho de tener el deseo de ser, se es libre; el sujeto elige libremente cualquier camino para definir ese proyecto original que es el deseo de ser.
    El hombre está condenado a ser libre, pero también se crea libremente los condicionamientos y los obstáculos cuando los proyectos previamente trazados son erróneos.
    De la libertad derivan varias implicaciones, por ejemplo, la responsabilidad, en donde el hombre es plenamente responsable del modo de ser que va adquiriendo a lo largo de su existencia. De alguna manera la libertad resulta incómoda, debido a que hay que saber que hacer con ella, por lo tanto será la causa de una gran angustia.
    El existencialismo no cree en normas generales válidas para todos, no tiene un sentido de referencia o sea que el hombre bajo su responsabilidad debe crear sus propias normas. Cuando realiza una elección, tiene inseguridad si es buena o mala, por lo tanto va acompañada de angustia.
   Puede suceder que ante este miedo a la angustia que produce una elección, trata de engañarse a sí mismo depositando la responsabilidad sobre algo ajeno, ya sea Dios, el ambiente o la herencia; a ésto Sartre lo denomina “la mala fe” y un ejemplo que da para ilustrar a este concepto es el siguiente: “Una muchacha está sentada con un hombre, ella sabe bien que él desearía seducirla. Pero cuando él le toma la mano, ella intenta evitar la decisión de aceptarla o rechazarla, pretendiendo no darse cuenta deja la mano como si no fue consciente de la situación. Pretende ser un objeto pasivo y no un ser consciente de que es libre y la responsabilidad queda depositada sobre el otro”.
   Frente a “la mala fe”, Sartre propone la autenticidad como guía de conducta y consiste en aceptar a la libertad, la angustia y la responsabilidad.
   Pero Sartre irá más allá, diciendo que el hombre es un ser absurdo ya que ni el nacer ni el morir tienen sentido. El absurdo de la existencia produce el sentimiento de náusea, sentimiento que se experimenta hacia lo real cuando el hombre toma conciencia de que es absurdo.
   En su tercera etapa, a partir de 1949, Sartre intenta revisar el pensamiento marxista enriqueciéndolo con su filosofía existencialista, en la cual pretende crear un humanismo marxista. De esta etapa destaca su obra  “Crítica de la razón dialéctica” .
     Termino señalando algunas frases célebres de Sartre que podrían ayudar a reflexionar y lograr una mejor comprensión de su pensamiento:
"El hombre nace libre, responsable y sin excusas."
“Ser libre no es querer hacer lo que se quiere, sino querer hacer lo que se puede."
“Aquello que cada uno de nosotros es, en cada momento de su vida, es la suma de sus elecciones previas. El hombre es lo que decide ser ”.
“Habremos de ser lo que hagamos, con aquello que hicieron de nosotros."
"Quien es auténtico, asume la responsabilidad por ser lo que es y se reconoce libre de ser lo que es."
       
CONCLUSIONES
1.      Podemos definir como existencialismo al movimiento filosófico y humanístico europeo, identificado por la concepción según la cual "la existencia precede a la esencia", y que se popularizó a partir de la crisis social y moral, ocasionados por las grandes guerras europeas del siglo XX.
2.      Los filósofos existencialistas, plantean una nueva orientación de la problemática filosófica señalando que el elemento central de todo pensamiento filosófico debería ser  la discusión sobre la mera existencia del ser humano como ser que vive, siente, piensa y actúa.
3.     El existencialismo postula que el individuo es libre y, en consecuencia, totalmente responsable de sus actos. Esto invita al hombre a una profunda decisión: la creación de una ética de su responsabilidad individual.
4.     Entre sus principales representantes destacan Albert Camus, Simone de Beauvoir, Martin Heidegger y Jean Paul Sartre.
5.      Heidegger focaliza su pensamiento en el ser y sostiene que cada individuo debiera elegir una meta  y seguirla con apasionada convicción, consciente de  la certidumbre de la muerte y del sinsentido último de la vida propia.
6.     Sartre postula que la existencia humana es un fenómeno subjetivo, en el sentido de que es conciencia del mundo y conciencia de sí; considera que el ser humano está "condenado a ser libre", es decir, arrojado a la acción y responsable plenamente de la misma, y sin excusas. Agrega que nuestra esencia, aquello que nos definirá, es lo que construiremos nosotros mismos mediante nuestros actos.”
7.      A mi juicio,  rescato el carácter antropocéntrico de este movimiento filosófico y el rol fundamental que asigna a la voluntad personal de cada hombre para definir cual es el tipo de ser humano que se quiere proyectar y cual es, por ende, el mundo que se quiere soñar y construir.                 
                                                      
                                             Marco Antonio Aguirre Bonilla
                                                                                                 

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