domingo, 11 de noviembre de 2012
sábado, 11 de agosto de 2012
¿ Qué es el tiempo ?
El tiempo según algunos pensadores es algo absoluto, para otros en cambio, es algo relativo.
En la Antigua Grecia, para Platón “el tiempo es la imagen móvil de lo eterno.” Por otra parte, Aristóteles sostenía que “el tiempo es el número (medida) del movimiento según el antes y el después.”
En la Antigua Grecia, para Platón “el tiempo es la imagen móvil de lo eterno.” Por otra parte, Aristóteles sostenía que “el tiempo es el número (medida) del movimiento según el antes y el después.”
En la
Antigua Roma, Séneca afirmaba: “el
pasado ya no es nuestro pues lo poseemos tan sólo en el recuerdo; el futuro aún
nos es desconocido, por lo tanto, el presente es lo único de lo que disponemos,
pero éste es tan fugaz como un instante. Por ende, el tiempo no tiene valor sino en cuanto se hace buen uso del mismo, y
aquellos que se lamentan de la brevedad de la vida son los mismos que
despilfarran su contenido en vaguedades.”
Por otra
parte, para Cicerón, en su concepción
pragmática e histórica el hombre tiene
un destino concreto que descubrir y
realizar para poder llegar a “ser”, y si no alcanza a realizarlo “deja de ser”,
pues habría desperdiciado su tiempo, su posibilidad histórica de plasmarse y
dejar un legado para el porvenir. Su visión no es la de un mundo tan sólo
individual, sino de realizaciones colectivas, y su concepción es la de un
compromiso histórico que llevó al mundo romano a reunir culturas, religiones,
idiomas, intereses, bajo un ideal común.
En la Edad Media, San Agustín, pensaba que el
tiempo tiene un componente psicológico, “es la vida del alma” porque el pasado
aún existe dado que podemos recordarlo; el futuro también tiene cierta
existencia pues podemos anticiparnos a lo que sucederá, y el presente
obviamente existe. San Agustín se
preguntaba: “¿Qué
es, entonces, el tiempo? Si nadie me pregunta, sé lo que es. Si deseo
explicarlo al que me lo pregunta, no lo sé. Y sin embargo digo con confianza
que sé que si nada cambiara de un estado a otro, el tiempo pasado no existiría:
y que si nada estuviera aún por ocurrir, no habría tiempo futuro; y que si no
existiera nada en absoluto, no habría tiempo presente”.
En los
Tiempos Modernos, Kant concluía que el tiempo no tiene una realidad fuera de
nuestra mente, nosotros somos los que ordenamos nuestras percepciones del
espacio y de los objetos según una sucesión temporal propia y subjetiva, que ya
existe a priori en nosotros, y que no comprendemos por experimentos o por la
experiencia, sino que es una intuición pura previa a la sensibilidad que capta
el entorno. Del mismo modo que comprendemos lo que está arriba o abajo,
relacionamos los acontecimientos en un antes y un después de modo natural.
Para
Isaac Newton, “El tiempo absoluto, verdadero y matemático, por sí mismo y por su
propia naturaleza, fluye uniformemente sin relación con nada externo, y se le
llama asimismo duración”
En los tiempos contemporáneos, fue Albert Einstein el que provocó la
verdadera revolución en las concepciones sobre el tiempo debido a su Teoría de la Relatividad General. El tiempo
ya no es una magnitud absoluta sino relativa que varía en función de quién y
bajo qué circunstancias se mida, terminando con la concepción de un tiempo
absoluto. No es tan sólo que la percepción subjetiva que tenemos de la duración
de un acontecimiento sea variable, sino que como magnitud física el tiempo es
variable, está también en función del sujeto que la experimenta, dependiendo de
la velocidad a la que se mueve, y en relación con la masa de los objetos, de la
posición estática o en movimiento de quien lo mide, de su posición cercana a
una masa gravitatoria o alejada de ella, y en todos estos casos precisos
relojes marcarán desfases constatables, aún siendo de pequeñísimas fracciones
de segundo. Así, por ejemplo, son hechos ya comprobados que el tiempo
transcurre más lentamente si se mide cerca de una gran masa gravitatoria y que
el tiempo a grandes velocidades, próximas a la de la luz, también se ralentiza.
Einstein postula: “ Nada es absoluto, todo es relativo”. “La
diferencia entre el pasado, el presente y el futuro es sólo una ilusión
persistente.”
Stephen
Hawking desarrolló las ideas básicas de Einstein, y se comenzó a hablar de los agujeros negros
como de posibles puertas hacia otras formas de materia o de antimateria, si se
pudiera salir vivo de su tránsito. Se investigaron las concepciones de Einstein
sobre la posible existencia de puentes entre puntos distantes de nuestro
universo, como agujeros de gusano, que podrían ser también pasos hacia otros
universos paralelos, hacia otros mundos ya fueran simultáneos o regidos por
otras medidas de tiempo, y se investigaron los posibles puentes hacia otras
dimensiones no tan sólo físicas sino concienciales.
El tiempo nuestro comienza en el momento en que sucede el big-bang, hace
unos 15.000 millones de años, y a partir de ahí el universo comenzó a
expandirse y a existir. ¿Qué hubo antes de ese inicio? Hawking afirma que poco podemos decir de lo que ocurrió antes, o
en el mismo momento en que comenzó nuestro tiempo, pues antes de esa
singularidad, en que el universo era como una masa muy densa y caliente y el concepto
de tiempo no tendría sentido para nosotros.
Entonces, ¿ Qué es el tiempo, absoluto o relativo?
miércoles, 25 de julio de 2012
Bloqueo de rama ( Texas Heart Institute )
El corazón tiene un «marcapasos» natural denominado nódulo sinusal o sinoauricular (SA).
El nódulo SA es un grupo de células especializadas ubicadas en la parte
superior de la cavidad superior derecha del corazón (la aurícula
derecha). El nódulo SA envía impulsos eléctricos por el corazón, entre
60 y 100 veces por minuto, para estimular el latido (contracción).
Cuando el nódulo SA envía un impulso eléctrico, éste
primero pasa por las cavidades superiores del corazón (las aurículas) y,
a continuación, pasa por un pequeño grupo de células denominado nódulo auriculoventricular (AV). El nódulo AV detiene el impulso y lo envía por una vía de conducción denominada haz de His.
El haz de His se divide en una rama derecha y una rama izquierda que
conducen a las cavidades inferiores del corazón (los ventrículos).
A veces el impulso eléctrico no puede propagarse por el
corazón porque existe un «bloqueo» en una parte del sistema de
conducción. Cuando se produce el bloqueo de un impulso que se propaga
por las ramas del haz de His, se dice que existe un bloqueo de rama.
¿Cuáles son las causas del bloqueo de rama?
Para que los ventrículos izquierdo y derecho se
contraigan al mismo tiempo, debe propagarse un impulso eléctrico por las
ramas derecha e izquierda del haz de His a la misma velocidad. Si
existe un bloqueo en una de estas ramas, el impulso eléctrico debe
llegar al ventrículo por otra vía de conducción. Cuando esto sucede, la
frecuencia y el ritmo del corazón no se ven afectados, pero el impulso
se propaga más lentamente. El ventrículo podrá contraerse pero tomará
más tiempo en hacerlo debido al retraso del impulso. Este retraso del
impulso hace que uno de los ventrículos se contraiga una fracción de
segundo más lentamente que el otro.
Los términos médicos para los bloqueos de rama dependen
de la rama afectada. Si el bloqueo se produce en la rama derecha, se
denomina «bloqueo de la rama derecha del haz de His». Si en cambio se
produce en la rama izquierda, se denomina «bloqueo de la rama izquierda
del haz de His».
El bloqueo puede ser causado por una enfermedad arterial coronaria, una cardiomiopatía o una enfermedad valvular. Pero un bloqueo de la rama derecha del haz de His, puede producirse incluso en un corazón sano.
¿Cuáles son los síntomas de un bloqueo de rama?
En ausencia de otros problemas cardíacos, posiblemente
no se sientan los síntomas de un bloqueo de rama. Es más, algunas
personas pueden tener un bloqueo de rama por muchos años sin saberlo.
Las personas que tienen síntomas podrían desmayarse (síncope) o tener la
sensación de estar a punto de desmayarse (presíncope).
¿Por qué, entonces, debe preocuparnos un bloqueo de
rama? Porque puede ser un síntoma de advertencia de otro problema
cardíaco más grave. Por ejemplo, podría indicar que una pequeña zona del
corazón no está recibiendo suficiente sangre rica en oxígeno. Además,
los investigadores han determinado que la gente que tiene un bloqueo de
la rama izquierda del haz de His podría tener un mayor riesgo de sufrir
una enfermedad cardiovascular que la gente que no tiene este problema.
¿Cómo se diagnostica el bloqueo de rama?
Los médicos pueden utilizar un electrocardiógrafo
para registrar los impulsos eléctricos del corazón. Un bloqueo de rama
aparecerá en el trazado electrocardiográfico. El trazado de la señal
eléctrica registrada por el electrocardiógrafo incluso puede indicar si
el bloqueo se encuentra en la rama derecha o izquierda del haz de His.
¿Cómo se trata el bloqueo de rama?
En la mayoría de los casos, el bloqueo de rama no
requiere tratamiento alguno. Pero los pacientes que tienen un bloqueo de
rama junto con otra enfermedad cardiovascular podrían necesitar
tratamiento. Por ejemplo, si se produce un bloqueo de rama durante un
ataque cardíaco, podría ser necesario implantar un marcapasos.
Tras un ataque cardíaco el corazón se debilita y un bloqueo de rama
podría ocasionar un ritmo cardíaco demasiado lento (bradicardia). El
marcapasos ayuda a regular el ritmo cardíaco tras un ataque al corazón.
En pacientes que tienen tanto un bloqueo de rama como una cardiomiopatía dilatada,
puede usarse un nuevo tipo de estimulación denominado «terapia de
resincronización cardíaca» (TRC). Normalmente, los marcapasos estimulan
sólo una de las cavidades inferiores del corazón (los ventrículos) a la
vez. Pero la TRC vuelve a coordinar el latido de los dos ventrículos
estimulándolos al mismo tiempo. Estudios recientes han demostrado que la
TRC es eficaz en ciertos pacientes que tienen tanto un bloqueo de rama
como una cardiomiopatía dilatada.
Incluso cuando el paciente no tiene otras enfermedades,
es importante que consulte al médico periódicamente para estar seguro de
que no se hayan producido otros cambios en el corazón.
domingo, 15 de julio de 2012
¿Cómo prevenir el sedentarismo en niños?
Los niños y adolescentes pasan muchas horas por día frente a la
televisión y la computadora. Una guía canadiense y una investigación de
JAMA se explayan sobre la importancia de reducir el sedentarismo en
menores, con el fin de prevenir el desarrollo prematuro de las
enfermedades no transmisibles.
Dentro de las directrices de esta guía canadiense, se sugiere minimizar el tiempo de vida sedentaria en los niños durante las horas de vigilia. Entre ellas, incluye la recomendación de que el menor no permanezca más de una hora sentado en un coche de paseo o silla alta. Además, manifiesta que para un mejor desarrollo físico, cognitivo y de salud emocional en los menores de dos años no es recomendable la televisión ni la computadora, y en niños entre dos y cuatro años debería limitarse a no más de una hora por día.
Asimismo, "Moderate to Vigorous Physical Activity and Sedentary Time and Cardiometabolic Risk Factors in Children and Adolescents", una investigación publicada en Journal American Medical Association(JAMA) que se basó estudios realizados entre 1998 y 2009 de la base de datos de la Acelerometría Internacional de Niños, brinda recomendaciones sobre este tema. Anuncia que expertos internacionales en salud pública concuerdan que niños y adolescentes deberían realizar diariamente como mínimo sesenta minutos de actividad física entre moderada y vigorosa, con el fin de reducir la adiposidad y riesgo cardio-metabólico. E informa, además, que los estudios sobre intervenciones de ejercicios sugieren que la actividad física moderada o vigorosa reducen las concentraciones de postprandiales de triacilglicerol y la sensibilidad a la insulina en niños con peso normal y sobrepeso, y mejora la presión arterial sistólica en adolescentes normotensos.
domingo, 1 de julio de 2012
PROGRAMA AMPLIADO VACUNAS - REPÚBLICA DE CHILE
EDAD VACUNA PROTEGE CONTRA
Recién
Nacido
BCG
Tuberculosis
2, 4 meses
Pentavalente
Hepatitis B,
Difteria,
Tétanos,
Tos convulsiva,
H. Influenzae B
Polio Oral Poliomielitis
Neumocócica
conjugada Enfermedades por neumococo
6 meses
Pentavalente
Hepatitis B,
Difteria,
Tétanos,
Tos convulsiva,
H. Influenzae B
Polio
Oral
Poliomielitis
12 meses
Tres vírica
Sarampión, Rubéola, Paperas
Neumocócica
conjugada Enfermedades por neumococo
18 meses Pentavalente Hepatitis B
Difteria,
Tétanos,
Tos convulsiva,
H. Influenzae B
Polio Oral Poliomielitis
1° Básico Tres Vírica Sarampión, Rubéola, Paperas
dTP (acelular) Difteria, Tétanos, Tos convulsiva
Adultos de
65 años Pneumo 23 Enfermedades
por neumococo
domingo, 4 de marzo de 2012
Eutanasia
Etimológicamente la palabra eutanasia deriva del griego: eu “bueno” y thanatos “muerte”, que literalmente significa “buena muerte”. La Organización Mundial de la Salud (OMS) define la eutanasia como aquella “acción del médico que provoca deliberadamente la muerte del paciente”. Esta definición resalta la intención del acto médico, es decir, el querer provocar voluntariamente la muerte del otro. La eutanasia se puede realizar por acción directa, por ejemplo, proporcionando una inyección letal al enfermo, o por omisión, no proporcionando el soporte básico para la supervivencia del mismo. En ambos casos, la finalidad es una sola: acabar con una vida enferma. La eutanasia pretende evitar sufrimientos insoportables o la prolongación artificial de la vida a un enfermo. Por ende, para que la eutanasia sea considerada como tal, el enfermo ha de padecer, necesariamente, una enfermedad terminal o incurable, y en segundo lugar, el personal médico ha de contar expresamente con el consentimiento del enfermo, y de no ser esto posible, el de sus familiares. Sin este consentimiento tal práctica sería simplemente un asesinato.
La eutanasia es un problema antiguo en la historia de la humanidad en el que se ven enfrentadas concepciones éticas y morales diversas. Estos son algunos de los hechos históricos que han acontecido en un ámbito de conocimiento público.
La historia nos señala que entre algunos pueblos primitivos se acostumbraba a matar o abandonar a los ancianos y a las personas muy enfermas. Así, entre los esquimales se practicaba una especie de “eutanasia voluntaria” y a solicitud del anciano o del enfermo se les abandonaba tres días en un iglú herméticamente sellado; pero por otra parte, existen antecedentes reveladores de que algunas sociedades primitivas se distinguieron por enseñar conductas que protegían e incluso privilegiaban a sus miembros ancianos.
En los celtas, el propósito eutanásico era claro puesto que se daba muerte a los ancianos enfermizos. Así algunas pueblos antiguos y tribus salvajes, la práctica extendida imponía como obligación sagrada al hijo administrar la muerte buena al padre viejo y enfermo.
En la antigua Grecia: la concepción de la vida era diferente. Una mala vida no era digna de ser vivida y por tanto ni la eugenesia ni la eutanasia planteaban grandes problemas. Así Platón en el Libro III de la República escribió: “…Por consiguiente, establecerás en nuestra República una jurisprudencia y una medicina tales cuales acabamos de decir, que se limitarán al cuidado de los que han recibido de la naturaleza un cuerpo sano y un alma hermosa. En cuanto a aquellos cuyo cuerpo está mal constituido, se les dejará morir y se castigará con la muerte a aquellos otros cuya alma sea naturalmente mala e incorregible”. La excepción es Hipócrates que prohíbe a los médicos la eutanasia activa y el apoyo del profesional para el suicidio del paciente. Al respecto manifestaba: “Dictaré según mi leal saber y entender prescripciones dietéticas que redunden en beneficio de los enfermos, y trataré de prevenirles contra todo lo que pueda serles dañino o perjudicial. No administraré veneno alguno, aunque se me inste y requiera al efecto, tampoco daré abortivos a las mujeres”.
En Roma la eutanasia neonatal estaba autorizada legalmente a través de la Ley de las XII Tablas donde el padre podía matar al nacer a los hijos gravemente deformes. La misma cultura eutanásica se reflejaba en la existencia de un depósito de cicuta a disposición de quien mostrase ante la corte la intención de abandonar la vida.
La situación cambio durante la Edad Media en su enfrentamiento a la muerte y al acto de morir. Bajo la óptica de creencias religiosas cristianas católicas el aborto, el suicidio y la eutanasia, son considerados como “pecado”, puesto que la persona no puede decidir libremente de la vida, que le fue otorgada por Dios. En la cristiandad medieval, el arte de la muerte (ars moriendi), es parte del arte de la vida (ars vivendi); por tanto, el que comprende la vida, también debe entender la muerte. Así lo expresa uno de sus más conspicuos representantes, Santo Tomás de Aquino, en su obra Summa Theologica, en la que rechaza la eutanasia por ser un atentado contra el amor que se debe uno mismo, contra la sociedad y contra la decisión de Dios sobre la vida del hombre.
Este pensamiento medieval se quiebra con el arribo de la modernidad ya que la perspectiva cristiana deja de ser la única y se redescubren y discuten las ideas de la Antigüedad clásica. La vida y la muerte pueden ser logradas con el apoyo de la ciencia, particularmente de las ciencias naturales y de la medicina y sus tecnologías afines.
Así aparecen filósofos que justifican el término activo de la vida, postura condenada durante la Edad Media. En el año 1516, en su obra la Utopía, Tomás Moro, presenta una sociedad en la que los habitantes justifican el suicidio y también la eutanasia activa, sin usar su nombre como tal. En 1623, el pensador inglés Francis Bacon, es el primero en retomar el antiguo nombre de eutanasia y diferencia dos tipos: la “eutanasia exterior” como término directo de la vida y la “eutanasia interior” como preparación espiritual para la muerte. En su obra Novum Organum expresa: “De nuevo para insistir un poco más, considero que la misión del médico no consiste sólo en restaurar la salud, sino también en mitigar los dolores y sufrimientos, y no únicamente cuando ese alivio pueda conducir a la curación, sino también cuando pueda proporcionar, aun sin esperanza de recuperación, un partir de la vida más suave y tranquilo. Actualmente, en cambio, los médicos casi religiosamente cuidan a los enfermos incurables, cuando a mi juicio, si no quieren faltar a su misión y al deber de humanidad, deberían de aprender el arte de facilitar diligentemente una suave partida de esta vida. Llamamos a esta investigación eutanasia exterior para diferenciarle de la interior que atiende a la preparación del alma, la cual consideramos muy deseable”.
A los inicios del siglo XX y con la irrupción de las teorías de Darwin, la eugenesia y la eutanasia son temas que comienzan a debatirse en numerosos países europeos y así se constituyen sociedades para la eutanasia y se promulgan informes para una legalización de la eutanasia activa. En estas discusiones toman parte principalmente médicos, filósofos y teólogos.
Durante la primera guerra mundial la escasez económica sustenta la matanza de lisiados y enfermos mentales. La realidad de los programas de eutanasia ha estado en contraposición con los ideales con el que se defiende su implementación. Así, los médicos nazi hacían propaganda en favor de la eutanasia con argumentos tales como la indignidad de ciertas vidas, que según su concepción eran merecedoras de compasión. El objetivo era conseguir una opinión pública favorable a la eliminación que se estaba haciendo de enfermos, considerados minusválidos y débiles, de acuerdo al programa Aktion T-4. Por eso, en los Juicios de Núremberg (1946 – 1947), ante la realidad de los crímenes médicos durante el régimen nazi, se juzgó como criminal toda forma de eutanasia activa y además se estableció de manera positiva, es decir expresamente, que es ilegal todo tipo de terapia y examen médico llevado a cabo sin aclaración y consentimiento o en contra de la voluntad de los pacientes afectados.
En la actualidad, se sostienen diferentes posiciones sobre la eutanasia, las cuales son variadas según las prácticas médicas y las legalidades en los diversos países del mundo. Ya sea se acepte o no la eutanasia, en general, los profesionales de la salud en hospitales, clínicas y centros de salud, trabajan por la humanización en el trato con los moribundos y quieren contribuir a superar la distancia entre la vida, la muerte y las prácticas médicas.
El mundo contemporáneo, consecuencia de las mayores expectativas de vida de la población y por ende, de la aparición de enfermedades degenerativas y tumorales, antes no existentes, hace surgir en torno al paciente terminal la posibilidad de la muerte a demanda, siendo una situación ética y moral que se plantean con frecuencia creciente en la sociedad contemporánea occidental.
Los argumentos a favor y en contra de la eutanasia se dividen en tres grupos: el consenso, la dignidad de la persona humana y la autonomía personal.
a) El consenso: Se basa en la legitimización del procedimiento a través de la aprobación por la mayoría. Para los contrarios a la eutanasia, ninguna votación parlamentaria modificará la realidad del hombre, ni la verdad sobre el trato que le corresponde como ser humano. Sostienen que es un error de quienes asumen equivocadamente el principio legislativo como la única fuente de verdad y de bien, dejando la vida humana a merced del número de votos emitidos por una Cámara Legislativa. Las legislaciones sobre el aborto, la clonación humana, la fecundación extracorpórea, la experimentación embrionaria, la eutanasia y otras, son consecuencia de la aplicación del principio de las mayorías y no de los derechos humanos que cada hombre posee por su condición de tal por lo que carecerían de fundamentación ética y moral. Declaran que los derechos humanos no se basan en el consenso social, ya que los derechos los posee cada persona, por su condición de ser humano. No son otorgados por la sociedad, ni por los partidos políticos, aunque éstos debieran siempre reconocerlos y defenderlos.
b) La dignidad de la persona humana: La dignidad nace de la persona, no es un regalo de la sociedad ni del entorno. Es algo intrínseco a ella y no definido por las circunstancias externas: el ser humano siempre, en todo caso y situación es excepcional e irrenunciablemente digno por sí mismo. El nacer y el morir son sólo hechos. No pueden ser tenidos como dignos o indignos según las circunstancias en que acontezcan.
c) La autonomía personal: El principio de autonomía forma parte de los fundamentos de la bioética. Subraya la libertad del individuo de decidir frente a las propuestas del entorno. No anula la responsabilidad inherente a dichas decisiones. Los detractores de la eutanasia afirman que no es un absoluto en sí mismo; carece de sentido sin las referencias de los demás principios de la bioética y del resto de la comunidad. Es abiertamente contradictorio invocarlo de forma aislada y a fin de obtener el respaldo mayoritario de la sociedad a una acción radicalmente antisocial. El apoyo a conductas marginales, drogadicción, al suicidio asistido o a la eutanasia, invierte el genuino sentido de la solidaridad, que correctamente entendida, no consiste sino en un compromiso radical en el alivio del paciente. Ninguna vida humana es dispensable o indigna de ser vivida. El hombre, siendo una totalidad en sí mismo, es a la vez social por naturaleza. Nace, independientemente de su voluntad, inserto en un momento histórico determinado, y asimila a lo largo de su vida la cultura de la sociedad que le rodea, que a su vez contribuye a enriquecer. Vive en interacción dinámica con su entorno natural y social, sin el cual la supervivencia sería imposible. Agregan que por todo ello, el rechazo frontal a la vida no sólo es contrario a la naturaleza de la condición humana, sino también a la sociedad en la que vive. Además, la persona que sufre tiene derecho a esperar de la sociedad el soporte necesario para mitigar su padecimiento físico o moral.
El acto médico se basa en una relación de confianza donde el paciente confía al médico el cuidado de su salud, aspecto primordial de su vida, de sí mismo. En la relación entre ambos no puede mediar el pacto de una muerte intencionada. Las difíciles circunstancias que provocan algunas enfermedades pueden ser causa de una posición personal a favor de la eutanasia. Pero los casos dramáticos no generan leyes socialmente justas, por las dificultades que estos mismos implican. La aceptación del acto de matar intencionadamente a un paciente como solución para un problema abre el camino a otros problemas para los cuales matar sea la solución. La eutanasia no resuelve los problemas del enfermo, sino que destruye a la persona que tiene los problemas.
De los tres grupos expuestos anteriormente, se deduce que el concepto de “dignidad humana” se invoca tanto para defender la eutanasia como para rechazarla. Evidentemente, tras este uso tan disímil del término “dignidad humana” subyacen distintas concepciones del ser humano, del conjunto de los derechos humanos, de la libertad y de la ciencia médica. Así, para los defensores de la eutanasia, la dignidad humana del enfermo consistiría, en determinadas circunstancias, el derecho a elegir libremente el momento de la propia muerte; para sus detractores, la dignidad humana obliga a oponerse a la eutanasia, por considerarlo una arbitrariedad humana frente a un problema moral, ya sea se fundamente en la religión o en principios laicos, porque la elección de la muerte es una decisión exclusivamente divina.
Para mí lo correcto es que los enfermos terminales han de recibir siempre los medios terapéuticos ordinarios, pudiendo, según los casos, omitirse los extraordinarios. La frontera entre medios ordinarios y extraordinarios no es algo nítido y perfectamente delimitado, dependiendo en cada caso de múltiples circunstancias. El límite de atención que no puede ser sobrepasado sin atentar directamente contra la vida, es el de la cobertura de las necesidades vitales mínimas, fundamentalmente alimentación e hidratación, así como transfusiones y medicación de uso común.
El verdadero respeto a los derechos del paciente pasa por hacerlo partícipe de las decisiones sobre su cuidado, aunque éstas tengan que pasar por una información desagradable.
Un imperativo ético es la humanización de la muerte. Ayudar al enfermo a vivir lo mejor posible el último periodo de su vida. Es fundamental expresar el apoyo, mejorar el trato y los cuidados, y mantener el compromiso de no abandonarle, tanto por parte del médico, como por los cuidadores, los familiares y también del entorno social.
Finalmente se podría citar a Aristóteles quien expresaba: “La Ciencia sin Conciencia es la ruina del Alma”. Se podría agregar que la Ética es la conciencia de la ciencia.
Desde el punto de vista de la investigación científica, se parte de la base que nada debe limitar los caminos hacia el saber y la verdad, lo que hace surgir una serie de problemas éticos relativos a la responsabilidad en cuanto a lo que se hace.
De allí que, particularmente en las Ciencias de la Salud, la Ética adquiere especial importancia en la investigación clínica.
Así la Bioética establece que la vida humana es intocable excepto para mejorarla de algún trastorno previo y espontaneo. También señala que la vida de los embriones humanos es tan sagrada como la de un adulto.
De ese modo la Ética se transforma en el custodio de la vida humana, surgiendo espontáneamente para limitar los excesos del querer, del saber y del poder que atenten contra el propio hombre. La Ética es una luz de esperanza para aquellos seres indefensos contra la ambición del hombre, frenándolo en su lucha contra la inclinación a su afán desmedido de egoísmo, de crueldad y de poder.
Pero la Ética no puede oponerse al deseo de verdad intrínsico a la Ciencia. Por ejemplo, la ética no puede oponerse, al descubrimiento y estudios de genes que modifiquen la alteración de la mutación del gen CFTR ( gen regulador de la conductancia transmembrana de la fibrosis quística), responsable de esta enfermedad irremediablemente mortal, argumentado que la ingienería genética no puede modificar el genoma humano porque ello encerraría el peligro que se quieran utilizar los conocimientos de la ingienería genética para dañar o dominar a otros hombres, v.gr., creando humanos más fuertes y aguerridos adecuados para el ejército de un país determinado; en cambio, si puede hacerlo con las políticas de aquellos que quieran utilizar los conocimientos de la ingienería genética con estos fines.
Por ello, Ciencia y ética debieran estar siempre unidas, con una mirada al futuro, basadas en la dignidad del ser humano y en el progreso de la humanidad.
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