domingo, 12 de febrero de 2012

Eugenesia


                                                             Eugenesia                                                     
     Eugenesia, según el Diccionario de la Lengua Española, es definida como   “Aplicación de las leyes biológicas de la herencia al perfeccionamiento de la especie humana.”    Las definiciones que podrían darse sobre el concepto de eugenesia son múltiples y es así como algunos la definen como   “una filosofía social que defiende la mejora de los  rasgos humanos mediante varias formas de intervención”.  Para otros  podría ser definida como “cualquier acción humana cuya finalidad sea mejorar el acervo genético.”     El término eugenesia etimológicamente proviene del griego, ”eu” que significa sano y “genesia” nacido, por ende, desde esa perspectiva, el concepto podría ser entendido como “nacido normal” o “buen nacimiento”.    Para los fines de este ensayo  definiremos  la eugenesia  como “la disciplina que a través de diferentes metodologías científicas y tecnológicas busca aplicar las leyes biológicas de la herencia para perfeccionar la especie humana. Por ende, la eugenesia supone una intervención en los rasgos hereditarios con el objetivo de lograr personas con las mejores condiciones físicas,  psicológicas,  intelectuales  y  sociales.”
     Los griegos, siglos  A. de C. nos muestran los primeros antecedentes históricos de  prácticas eugenésicas.  Así Platón señalaba que  consideraba necesario eliminar a los débiles y a los diferentes. Sostenía: “Digo, pues, que ya ha sido sentado el principio de que los mejores de cada sexo deben unirse con los mejores con tanta frecuencia, y los inferiores con los inferiores tan rara vez, como sea posible; y que es preciso criar a los vástagos del primer tipo de unión, pero no del segundo, si la estirpe se ha de mantener en condiciones óptimas… Los funcionarios pertinentes llevarán los hijos de los padres selectos al redil o guardería, y allí los depositarán en manos de ciertas nodrizas que habitarán un cuarto separado; pero los vástagos de los inferiores, o de los superiores cuando hayan nacido deformes, serán rechazados…”
     En Atenas, el infanticidio se reservaba para los débiles y deformes.  Se recurría al método de la exposición del recién nacido en una vasija de barro o en otro recipiente lejos de su casa, a menudo en lugares inhóspitos, fuera de la ciudad, donde podía morir por inanición o ser despedazado por animales, a no ser que alguien lo recogiera.
     Por otra parte, en Esparta, la decisión de permitir vivir al recién nacido se encontraba reservada a los miembros más ancianos de la tribu a la que pertenecía el padre.  El niño que pareciera débil o deforme podía ser abandonado en las cercanías del Monte Tayghetos.
    En el siglo I  D. C.  el  Imperio Romano estaba desgarrado por un siglo de insidias y guerras civiles. La esclavitud y la miseria hacían que los niños implicaran  más obligaciones que ventaja por lo que el infanticidio había pasado a ser una práctica generalizada.
     A finales del siglo XIX y a principios del XX, y a raíz de las teorías de Darwin sobre la evolución de la especie y la supervivencia del más fuerte, se extendió en todo el mundo occidental la convicción de que se debía hacer un esfuerzo por mejorar la raza de la especie humana.  En 1865, Sir Francis Galton, fue el primero en plantear la versión moderna de eugenesia,  organizando esta idea de acuerdo al nuevo conocimiento sobre la evolución del hombre y los animales  basado  en las teorías de Charles Darwin.  Galton  influido por  El origen de las especies de éste, planteó según las teorías de Darwin,  que los mecanismos de la selección natural  eran potencialmente frustrados por la civilización humana.  Galton postuló,  dado que muchas sociedades humanas buscaban proteger a los desfavorecidos y los débiles, que dichas sociedades estaban contrapuestas con la selección natural responsable de la extinción de los más débiles. Por ende, cambiando estas políticas sociales,    pensaba  podría la sociedad ser salvada de una “reversión hacia la mediocridad”,  cita que acuñó primero en estadística y que más tarde cambio a la frase “regresión hacia la media.” Al respecto señalaba: Esto es, con cuestiones relacionadas con lo que se denomina en griego eugenia, a saber, de buen linaje, dotado hereditariamente de cualidades nobles. Esta y las palabras relacionadas (eugénico, etcétera) son igualmente aplicables a hombres, bestias y plantas. Deseamos enormemente una palabra breve para aludir a la ciencia de la mejora del linaje, que en modo alguno se limita a las cuestiones de emparejamientos sensatos, sino que, especialmente en el caso del hombre, toma conciencia de todas las influencias que tienden a dar aunque sea en remoto grado a las razas o variedades más aptas una mejor oportunidad de prevalecer más rápidamente sobre los menos aptos de lo que de otra forma habría hecho. La palabra eugenesia expresaría suficientemente esta idea, siendo como mínimo una palabra más efectiva que viricultura, que una vez me aventuré a usar.”
    Las políticas eugenésicas registraron una espectacular aceptación en los países anglosajones, el área germánica y la Europa nórdica.  Fue así como Suecia desarrolló en 1922 la primera ley eugenésica. Un año después lo hacía Noruega, y Dinamarca en 1929.  Suiza, en 1928, había aprobado un decreto por el que se facultaba la esterilización de los enfermos mentales. 
     Los programas más atroces de eugenesia se aplicaron en la Alemania Nazi.  Consistió en una serie de políticas sociales que situaron en el centro de sus preocupaciones a la mejora de la raza por medio de la eugenesia. Estuvo dirigido a aquellos seres humanos que los nazis identificaron como una "vida indigna de ser vivida” (en alemán, Lebensunwertes Leben), incluyendo  a  enfermos mentales, dementes, pedófilos,  homosexuales,  discapacitados físicos,  delincuentes, disidentes políticos y  haraganes, con el objetivo de eliminar  la cadena hereditaria de estos seres humanos considerados lacra social. La Alemania Nazi  estableció una política oficial de higiene racial, que incluía la Leyes de Núremberg que restringían los matrimonios con gente señalada como perteneciente a razas inferiores, un programa de esterilizaciones forzadas, un programa  Lebensborn  ( en alemán “fuente de vida”) para promover el nacimiento de gente de "raza aria", por medio de la provisión de buenos cuidados médicos y el acceso restringido de parejas a través de selecciones médicas que aplicaban criterios eugenésicos y raciales. Derivado de esas políticas médicas de higienización racista de la sociedad, también fue implementado un programa médico de eutanasia denominado Aktion T4  (1939-1941) para  eliminar a personas señaladas como enfermos incurables, niños con taras hereditarias o adultos improductivos considerados un lastre social.
     Durante el programa de esterilizaciones masivas, más de 400.000 personas fueron intervenidas contra su voluntad, mientras que con el proyecto  Aktion T4 y otros programas de eutanasia derivados directamente de aquel,  275.000 fueron asesinadas.  Esta política de higiene racial también tuvo como consecuencia el exterminio sistemático de millones de personas, tales como  judíos, gitanos, homosexuales, etc.  llevado a cabo en los campos de concentración, utilizando métodos como las cámaras de gases que habían sido desarrollados e implementados previamente por los médicos durante el programa de eutanasia. Incluso en algunos casos se utilizó al mismo personal médico y sanitario de aquel programa, pues estos fueron los encargados de establecer los criterios y seleccionar en los campos de exterminio a la gente que debía ser eliminada.
     En los Estados Unidos las políticas eugenésicas aplicadas  continuaron incluso después de la guerra. Así en 1948 Estados Unidos impuso una ley eugenésica en el Japón ocupado al amparo de la cual se realizaron miles de abortos. Estados Unidos llevó a cabo uno de los programas más grotescos de esterilización forzosa que se conoce, según ha revelado recientemente el historiador Philip Reilly, de la Universidad John Hopkins de Baltimore. El programa, por el que se esterilizaron decenas de miles de personas, fue realizado en el marco de un vasto proyecto de eliminación de "indeseables", término que abarcaba desde los deficientes mentales, alcohólicos o  miembros de grupos étnicos percibidos como una amenaza a la supremacía.  WASP, el programa eugenésico, que vivió su máximo apogeo treinta años antes de la Alemania nazi, no fue eliminado hasta 1972. En la misma línea EE UU realizó experimentos radiactivos con deficientes, esquimales, negros y soldados, tal como ha revelado el Departamento de Defensa en un nuevo informe al Presidente Clinton.
     Un estudio de la Universidad de Yale también indicó que las esterilizaciones que se llevaron a cabo en Estados Unidos fueron más numerosas de lo que se había pensado y su práctica se ejerció durante más tiempo del imaginado inicialmente. Las esterilizaciones comenzaron desde que se aprobó la primera ley en pro de la eugenesia en el Estado de Indiana en 1907. Para 1944, 30 Estados habían esterilizado a más de 40.000 personas.
       Un planteamiento muy conocido a favor de la eugenesia contemporánea nace del filósofo estadounidense Hugo Tristram Engelhardt (1941), que en 1991 escribió acerca de la ingeniería genética de mejoramiento:
“Puede que la organización biológica contemporánea de los seres humanos no provea el mejor medio de alcanzar las metas que podamos desear realizar mediante nuestros cuerpos a nivel individual y colectivo.
La ingeniería genética en la línea germinal llegará a ser deseable y moralmente aceptable. La naturaleza humana, tal y como hoy la conocemos, será inevitablemente por buenas razones morales de carácter laico remodelada tecnológicamente.”
Esta corriente alcanzó de nuevo a todo mundo occidental, pero hay un cambio: en vez de tener que esterilizar o matar a las personas con diversidad funcional para que sus genes no se puedan propagar, lo que se hace es permitir la opción de dejar nacer o seleccionar genéticamente sólo a aquellos  gametos, embriones o fetos, que no son portadores de ninguna diferencia genética o física apreciable. La opción de no dejar nacer las personas con gran diversidad funcional está contemplada en varios países occidentales a través de la Ley del aborto, que suele estar actualmente permitida en estos casos. Además, con las herramientas proporcionadas por el análisis y conocimiento de los genes, por las técnicas de Fecundación In Vitro  y su teórica influencia en el desarrollo de enfermedades, sólo se desarrollan fecundaciones o  embriones viables, que se consideran genéticamente perfectos.  La diferencia es obvia, sólo tocamos elementos preembrionarios o fetos que muchos no consideran con igualdad de derechos que el resto de los seres humanos. Cambian los medios, pero el fin es el mismo, no dejar nacer a personas que son diferentes. Así no habrá ningún problema, se eliminará la desventaja social. Esta discutible  libertad de opción, viene acompañada no obstante de una libertad de elección poco equilibrada, ya que se trata de elegir entre dejar nacer a individuos que, a priori, no tendrán ninguna desventaja social evidente, y no dejar nacer a individuos que, con seguridad, sufrirán una desventaja social, serán discriminados y nunca tendrán una plena igualdad de oportunidades.
     Hemos visto que la eugenesia ha sido aplicada través de la historia de la humanidad, con distintos métodos y distintas justificaciones,  y sigue hoy vigente, aunque también fuertemente cuestionada.
    La eugenesia es una teoría  que significa preocuparse de la buena generación. Con el avance de los conocimientos, actuales  el problema es saber qué límites se quiere fijarle. Frente a ello, llegamos a la conclusión que podemos adoptar alguna de las siguientes posturas: 
1. No admitirla bajo ningún concepto. Adquirir una postura pasiva y  aceptar los designios insondables de Dios  o de la Naturaleza para otros.
2. Admitirla con algunas limitaciones, incluyéndola en el descarte de enfermedades y malformaciones congénitas que pueda desarrollar el embrión y también poder ser un auxiliar eficaz en tratamientos de infertilidad de una pareja.  Sostienen algunos científicos: " El hombre tiene hoy el poder de controlar la herencia genética y este progreso de la biología molecular, unida a los avances de la biotecnología alternativa, no debe sobrepasar los límites que impone la naturaleza humana y su propia dignidad, pudiendo aceptarse la ingeniería genética fundamentalmente con fines terapéuticos para el tratamiento de enfermedades transmitidas genéticamente.”  
 3.    Tener una posición más atrevida y plantear  que el materialismo científico constituye la única fuente de conocimiento la que puede depender el hombre moderno, reclamando para los experimentos genéticos la principal esperanza de superación humana futura. Se sostiene que la única manera de progresar consiste en estudiar la naturaleza humana como parte de las ciencias naturales. Al igual que otras ramas de la ciencia el estudio de la genética humana continúa su  rápida progresión.  Con el tiempo habrá de acumularse un amplio conocimiento sobre la base genética de la conducta social. Dispondremos de técnicas para alterar los complejos genéticos mediante una ingeniería molecular y lograr una selección rápida mediante transplantes  (cloning).   La especie humana podría cambiar su naturaleza. Ya no permanecería como hasta ahora con esa estructura inferior  hecha parcialmente de obsoletas evoluciones que vienen de la Edad de los Glaciales.  Sería empujada  hacia etapas de más alta inteligencia y creatividad, acompañada de unas menores o mayores respuestas emocionales. Podemos implantar nuevos patrones de sociabilidad  alterando la genética. La rápida consolidación de los valores trascendentes sólo sería superable mediante  el materialismo científico. Sostiene que el  mejor porvenir del ser humano requiere rehacerlo en su base genética e introducir en su organismo la inteligencia artificial que le falta.
      Es conveniente destacar que la Ciencia puede ser un camino sin retorno, avanza inexorablemente, sin admitir más límites que los de su propia inteligencia. Ética y ciencia debieran recorrer el camino de la mano, para que no se olvide nunca la dignidad del ser humano y el derecho más esencial de todo ser vivo, incluyendo el hombre, el respeto a la vida desde el momento de su concepción.

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